La High Line de Nueva York: un parque colgante fuera de lo común
El joya aérea de Manhattan
La High Line, verdadero oasis flotante en el corazón del bullicio neoyorquino, se presenta como un parque colgante único en su especie. Ubicado en la costa oeste de Manhattan, este parque lineal ofrece a los visitantes una experiencia inolvidable, mezclando arte, naturaleza y arquitectura. Perchado a varios metros del suelo, serpentea entre los edificios modernos y los vestigios industriales, ofreciendo vistas impresionantes sobre la ciudad y el río Hudson. Es un lugar de paseo privilegiado tanto para los residentes como para los turistas, deseosos de descubrir Nueva York desde un ángulo diferente.
Génesis de un proyecto visionario : de los rieles a la verdura: una transformación simbólica
En el siglo 19, las vías férreas de la New York Central Railroad eran el escenario de un ballet incesante de trenes de mercancías. La convivencia peligrosa con los peatones en la 10.ª Avenida le valió el siniestro sobrenombre de «Avenida de la muerte». Para mitigar este peligro, los West Side Cowboys, jinetes que portaban banderas rojas, estaban encargados de anunciar la llegada de los trenes. A pesar de sus esfuerzos, los accidentes mortales seguían siendo frecuentes.
Ante esta situación, se inició un proyecto ambicioso en 1924: crear una línea de ferrocarril elevada, permitiendo separar el tráfico ferroviario de la calle. Bajo el auspicio de Robert Moses, urbanista de renombre, el West Side Improvement Project dio origen a la West Side Elevated Highway, una hazaña de ingeniería de 21 km de largo. Operativa desde 1933, esta infraestructura revolucionó el transporte de mercancías en Manhattan.
El abandono y el resurgimiento
Con el auge del transporte por carretera en los años 60, la High Line conoció un declive progresivo, culminando en la paralización total del tráfico en los años 80. La estructura, ahora en desuso, fue rápidamente invadida por la vegetación salvaje, y se levantaron voces pidiendo su demolición.
Sin embargo, a finales de los 90, dos residentes del barrio, Joshua David y Robert Hammond, iniciaron un movimiento de conservación. Inspirados por la Coulée verte René-Dumont en París, contemplaron transformar la High Line en un parque colgante. Su asociación, Friends of the High Line, logró convencer a las autoridades del valor de este proyecto. Con el apoyo del alcalde Michael Bloomberg, se lanzó un concurso de ideas, resultando en la selección de un trío de diseñadores para transformar la High Line.
Renacimiento y florecimiento
El trabajo de rehabilitación comenzó en 2006, dividido en tres secciones para una reapertura escalonada entre 2009 y 2014. Este colosal proyecto no solo salvó la estructura de la destrucción sino que la transformó en un espacio verde colgante, enriquecido con plantaciones, obras de arte y zonas de descanso. Gestionada por el Departamento de Parques y Recreación de la Ciudad de Nueva York y la asociación Friends of the High Line, se ha convertido en un ejemplo emblemático de reutilización urbana y creación de espacios públicos innovadores.
La High Line es más que un parque; es el símbolo de la capacidad de Nueva York para reinventarse y ofrecer a sus habitantes y visitantes lugares cargados de historia, belleza y vida. Una visita obligada para cualquiera que desee descubrir el rostro verde y creativo de la metrópoli.